
Imagen por América Niño.
Durante el año 2011 el gobierno nacional a través del Ministerio de Educación publicó un manual para la formulación y ejecución de planes de educación rural, en este documento se recogen datos importantes en términos de la cobertura, calidad, pertinencia y eficiencia de la educación justificando que “las tasas de deserción y repitencia son más altas en las zonas rurales que en las urbanas, así como el número de niños que nunca ha sido atendido por el sector educativo” (Ministerio de Educación, 2011, p1), sin embargo, y a pesar de la insistencia del gobierno en mencionar su esfuerzo por generar planes de educación con enfoque territorial , este manual no es de carácter obligatorio para las entidades competentes y tampoco arroja elementos sustanciales para el estudio del contexto regional y su aplicación en el ámbito educativo.
En Boyacá este plan de educación rural (PER) se realizó atendiendo a seis principios fundamentales: inclusión, gratuidad, pertinencia, evaluación, transparencia y articulación intersectorial (Secretaría de educación de Boyacá, 2011, p23), allí se ofrece un diagnóstico juicioso de las condiciones del servicio educativo en el departamento, sin embargo, este documento muestra una clara indiferencia hacia el componente de pertinencia y contexto rural, pues se olvida de las prácticas agropecuarias como ejes fundamentales de la vida rural, cotidianidad y posibilidades locales laborales de los estudiantes y en vez de eso propone un modelo que guía la educación hacia el bilingüismo y las tecnologías de la información, generando así, una brecha sustancial entre el escenario educativo y el vivencial.
En este sentido cabe cuestionarse por qué la secretaría de educación de Boyacá consideró en su momento más importante formar estudiantes en ciencia, tecnología y un segundo idioma que en prácticas agrícolas, si es esencialmente más cercano y pertinente para el desarrollo rural territorial que se apueste desde los primeros años a la productividad del campo como opción de vida, sobre todo en un escenario laboral cada día más competitivo, con pocas oportunidades y salarios precarizados en las zonas urbanas.
No es un secreto que el servicio de educación en las zonas rurales ha estado históricamente compuesto de un sinfín de problemas relacionados con el acceso, la infraestructura, la violencia, la pobreza, la pertinencia… que han dejado como resultado una deuda histórica de la educación con el campo colombiano, por eso como resultado de los acuerdos de paz en la Habana, el ministerio de educación publicó en Marzo de 2018 el Plan especial de educación rural PEER con el que pretende “subsanar las brechas en temas de cobertura y calidad educativa entre las zonas urbanas y rurales, y así poder dar un cabal cumplimiento a lo estipulado en el Acuerdo final para la terminación del conflicto y la construcción de una paz estable y duradera.”(Ministerio de Educación, 2018 p24), como parte del diagnóstico en este documento, se establecen las profundas diferencias que existen entre el servicio de educación en las ciudades y en el campo reconociendo que la falta de desarrollo rural tiene una relación directa con el desplazamiento del campo a la ciudad y este a su vez con temas relacionados a los largos periodos de violencia, factores económicos y falta de oportunidades.
De acuerdo con el informe de la Misión para le transformación del campo citado en el PEER, la alta deserción escolar en las zonas rurales se debe al desinterés por continuar en el ciclo educativo, además de la falta de pertinencia, la baja calidad de la educación y las pocas expectativas de que mejore las condiciones de vida o generación de ingresos. (Ministerio de educación, 2018, p28) En este sentido es indispensable pensar en la educación como un escenario importante para el mundo del trabajo en el escenario rural y por lo tanto en la necesidad de ajustarlo a las necesidades de cada territorio, con el fin de que se convierta en un espacio para la generación de conocimiento y nuevas oportunidades y no que empuje a los jóvenes rurales a desplazarse a las ciudades en busca de oportunidades.
Si bien el PER en Boyacá se construyó como respuesta a una demanda del gobierno nacional, es importante mirar la efectividad que ha tenido su implementación de acuerdo a los objetivos, según la Fase II del PER en el que se plantea la evaluación de los objetivos trazados, no hubo un avance significativo en términos de cobertura ya que no se reduce sustancialmente la brecha frente a las zonas urbanas (Secretaria de educación de Boyacá, 2016, p15), sin embargo se muestra el aumento de matrículas en Secundaria con respecto a la brecha tradicional.
Es importante que como sociedad civil seamos garantes de los planes y programas que desde distintas instituciones se realizan con el fin de subsanar las diversas problemáticas que enfrenta el campo en términos de educación, y podamos construir colectivamente escenarios de aprendizaje que busquen el desarrollo rural con enfoque territorial como parte integral del desarrollo económico, social y cultural del país.